Biografía
Carmen Pérez Cuello (Córdoba 1999) es ilustradora, activista cultural y performer en el ámbito de la poesía escénica. Es autora de numerosas propuestas que ha interpretado en espacios independientes como el Centro Libertario Juan XXIII, la República de la Letras,Leer más
Carmen Pérez Cuello (Córdoba 1999) es ilustradora, activista cultural y performer en el ámbito de la poesía escénica. Es autora de numerosas propuestas que ha interpretado en espacios independientes como el Centro Libertario Juan XXIII, la República de la Letras, la Bodega Guzmán o Limbo.
Desde 2014 realizando eventos culturales, por ejemplo el ciclo poesía feminista Conmigo Misma o Raíces Líquidas con el museo Thyssen Bornemisza en 2022 . En 2015 consiguió el premio en las modalidades poesía y narrativa del concurso Puente de Encuentro, en 2017 y 2018 la beca para la Escuela de Escritores Noveles; en 2019 quedó finalista en el Campeonato Poetry Slam de Córdoba y en Ucopoética, publicando la antología Temblor.
Participó en revistas, sopa de ornitorrinco, suspiros de artemisa y en la antología de poesía Ni Diosa, ni musa ni serpiente (Diputación Córdoba) y ha publicado un poemario titulado El Sillón (edit.Cántico), obra que reflexiona sobre el patriarcado y la relación entre generaciones, bajo un prisma que propone una nueva lectura de lo que significa ser mujer hoy. Forma parte del movimiento cultural Algazara.
menos- Poemas
Sabañones
Yo no quería verme ahí
escondía entre las manos del miedo
donde escuchar sus gritos,
era peor que el silencio
Pero ahí he nacío
y m’ha dao muchas tardes
de leña y cantares
Mamá habla de la lucha
Mi abuela calla la guerra
Nací en un doló disfrazao
el frío nunca tuvo mis piernas
pero sus amigos están muertos.
Un verano congelao:
- El burro trae leche
- Los niños comen flores
- Mamá con faldita rasca la cal de la pared
Mi abuela tenía una cabrilla que sirvió p’al estofao.
En mi salón hay un cuadro
que dice: “No pasarán”
pero pasaron,
Papá se fue del país
yo no existía pero
sus manos me lo han contao.
To esto lo aprendí poniendo la oreja
en la escuela ná,
ni los gritos
ni las ganas de luchá.
El descansillo de mi abuela
está lleno de cristos
pero ella ya no reza
solo quiere morí.
Falda larga
Traga, traga
calla, calla
-Un platito de plata-
El cuerpo del Señó
S’acurruca en las cornisas
un poquito de pena
y en todas las fiestas de brinda:
“¡Por la República!”
Punto en boca pa to el que mire
Sonrisas colorás
To el mundo en la plaza
me llora, me llora
La lengua partía de to’s los que m’han nombrao.
Yo sólo quiero saber
que congeló sus primaveras
pa que ahora el arte siga siendo delito.
¡Quema la rabia dentro de esta cajita!
Quema, quema,
El fuego que he heredao arderá con su miseria
¡Soy su hija!
¡Soy su nieta!
¡Somos el bosque después de la grieta!
Poesía y letra
¡No estamos callás!
Lagartas al mediodía
El amor y nosotras en la distancia.
Mujeres al borde. Al borde del tiempo busqué tus ojos también son todo lo imposible. Buscar las horas entre tus manos mujer he sido pero dejé fuera los trastos y sólo me ancla a esa versión el punzante recuerdo de mi útero. Negras las agujas que me atraviesan se meten en esos círculos alimañas crustáceas con mi nombre de mujer me estiran las entrañas hasta que encajan perfectos los cangrejos naranjas en mi cuello uterino. Me recuerdan fiebres vomitivas sangrientas posiciones abdominales. Unas manos diminutas me lapidan en ese sustantivo.
Te observo. Con ojos vidriosos me pregunto por qué te quiero mujer de lindos omóplatos te miro como a los pájaros es también por tu cuerpo blanco o por la guerra innata que compartimos.
Dejé mis trastos de mujer, náuseas y dolor entraron conmigo. Pregunto frente al espejo tuyo
¿Me quieres ahora que no soy mujer?
Si me coso los agujeros extirpo mis trompas incrusto pelos alrededor de mi boca. Exprimo el miedo en tus manos de porcelanas
¿Me dejarías tus alas de libélula?
¿Miraría yo tus garras marfil como lindos garfios de sirena. Si dejaras en el vertedero tus trastos de mujer.
Serías para mí un pajarillo volátil verano. Sin miedo solo a lo perenne.
Querría tus manos.
En cualquier atribución genérica seremos siempre
Lagartas al mediodía.