Biografía
Reiniel Pérez Ventura (Santa Clara, Cuba, 1999) es poeta y estudiante de Lengua Inglesa en la Universidad Central Marta Abreu de Las Villas, sita en su ciudad natal. En el año 2022, Pérez Ventura obtuvo el Premio Extraordinario de Poesía Centenario de Carilda OliLeer más
Reiniel Pérez Ventura (Santa Clara, Cuba, 1999) es poeta y estudiante de Lengua Inglesa en la Universidad Central Marta Abreu de Las Villas, sita en su ciudad natal. En el año 2022, Pérez Ventura obtuvo el Premio Extraordinario de Poesía Centenario de Carilda Oliver Labra por su obra titulada Elegías del inocente y el maldito.
El reconocimiento a su talento literario no se detuvo ahí, ya que durante el mismo año, su libro Las sílabas y el cuerpo fue laureado con el prestigioso Premio Loewe, convirtiéndolo en el poeta más joven en recibir este galardón. Esta obra fue publicada por la editorial Visor, dándole mayor visibilidad en el mundo literario. La corta pero impresionante carrera de Reiniel Pérez Ventura ilustra su habilidad y dedicación a la poesía, marcando un comienzo prometedor para este talentoso escritor cubano.
menos- Poemas
VI
Yo me vestí con la sangre y dejé las venas desnudas.
Yo te llamé orilla y venían todas las cosas
como olas cabizbajas a vestirte.
Hay espacios en el hombre
donde solo se siente el ruido del corazón
como una carreta que carga con la vida.
Yo me hundo en las cosas y te encuentro,
yo salgo de la orilla con un ave en los ojos
y a veces fustigo las olas para que sean la cama
donde te engendras distinta cada día.
Eres la orilla a la que va a dar el naufragio del mundo
y mi sangre escapa llena de hijos
hacia la demorada calma de tu cuerpo.
Ven a desnudarme, mujer,
sé la marea que descubre
todos los ahogados que llevo en la ropa.
Hagamos una isla en el mediodía de nuestros cuerpos.
Hablemos despacio para que las olas sean nuestras lenguas.
Yo me ato a la marea, yo sigo una dirección hacia ti
y llegando soy apenas tu sombra
y tu vegetación destrozada.
Yo me quedo desnudo en la superficie de todas las cosas
esperando por destrozarme contra algo.
Yo me visto con la sangre y salgo de un desfile de
difuntos,
de un oleaje indefinido.
Yo me quedo desnudo
con la humanidad que avanza hacia ti,
me quedo detenido en el centro
donde nada es mi comienzo y nunca acabo.
Hacia ti me destruyo y me voy entregando.
Mujer, orilla, llama mojada a la puerta del deseo.
Orilla, acantilado siempre entre lo otro y lo incierto.
Ven, mujer, acércate,
ven con tu orilla y mis manos como olas sobre tu orilla;
ven, mujer, te espero,
orilla en vilo bajo el agua de tu cuerpo;
ven, lentamente ven.
Todo permanecerá desnudo en mi corazón
para que tú lo vistas con tu nombre.
Las sílabas y el cuerpo, [Visor, 2023], libro ganador del XXXV Premio Loewe
X
Entras sin ruido a mi respiración
donde te haces patria elevada
sobre un pueblo de manos.
Sobre mí te extiendes como una vida,
pero yo tengo que recorrerte.
Quiero abrir el hoy,
quiero abrir el fruto del día y encontrarte;
quiero recorrer tu cuerpo
y subirme extenuado a la noche
donde empiezan todas las estaciones.
Quién soy yo sino la dirección,
la ruta de todos los hombres que se alargan,
la ruta que hace de todas las cosas camas,
ropas destrozadas,
cuartos oscuros como vientres violados,
violentos vaivenes de bestias mudas y desoladas
que regresan desde todas partes.
Qué soy sino la estadía,
el quieto vértigo de las plantas,
lluvia de la tierra,
sombrero de la tierra.
Mujer, camino lleno de ojos
y pie lleno de lágrimas,
yo voy hacia ti como la bestia al abrevadero,
voy hacia ti como la flecha
que encuentra la carne
y después la sangre y después el sueño.
Y debajo del sueño rezas con un rosario
con la forma de todos los caminos
que llevan a la sangre
y llevan a la carne
y te lo pones al cuello
cuando duermes
y no te reconozco.
Voy hacia ti para encontrarte en ti,
que giras y giras como un aire sin orillas.
Voy, dirección, marcha forzada contra tu vientre.
Algo me pesa y una sombra de pasos
corre por mis venas,
algo me desanda y hace crecer
un camino en mi pecho.
Voy hacia ti, atravieso este poema,
la vegetación detenida de este poema
y te hago respirar en todas las palabras
y en todos los silencios;
te hago cuerpo y te recito con mis manos.
Cuánto quisiera poder reventar todas las imágenes
y encontrarte desnuda
al comienzo de cada boca,
al comienzo de todas las palabras.
Porque voy hacia ti como el mundo,
voy hacia ti lleno de signos
y lleno de violencia,
pero si no estás tendré que inventarte.
Si no estás tendré que sacarte
de cada mujer que he visto,
de cada vientre que conozco
y ponerte sobre el horizonte
como una esponja destrozada,
como un paño ensangrentado
que busca caer sobre la muerte.
Voy hacia ti y voy hacia mí.
La vida es un puente y los hombres son el río,
la vida es un puente y el río se levanta y calla;
porque qué es un puente sin un suicida,
qué es una vida sin la dirección de mujer,
porque yo soy el río detenido que canta,
porque yo soy el suicida
que hace de todas las orillas,
de todas las sienes tu vientre.
Si he salido, algo habrá de esperarme
al fondo de la noche donde todas las fieras
terminan por ser tu ausencia.
Si he salido de mí, todo deberá de volver
con la inocencia de un rebaño;
mis dedos, establos desolados
y tu piel la rota paciencia del pasto.
Si he salido, todo deberá caber en tu mano,
todo deberá tener la forma celeste de tus muslos.
Entre tú y yo transcurre un país somnoliento,
pero yo sigo,
yo me llamo humanidad
y me visto con todos los años,
yo sigo y me desconozco
porque voy llegando.
Yo sigo, voy hacia ti con todos los días,
con toda la sangre,
con toda la rabia,
con toda la desventura que la gente olvida.
Yo voy con todos los amantes ahorcados,
con todos los que sufrieron por estar perdidos
sin poder regresar del dolor.
Yo voy hacia ti, sin saberme, sin esperar nada;
sin reconocerte después de serte y vivirte,
porque algo habrá de romperse cuando te encuentre.
Las sílabas y el cuerpo, [Visor, 2023], libro ganador del XXXV Premio Loewe