Los lápices salvajes
Los lápices salvajes
crecen bajo la sombra del cerezo.
Duermen durante años
sobre una almohada de palabras.
En sus sueños de tierra
dibujan lagartijas voladoras.
Los lápices salvajes
crecen en los bosques de las afueras.
Imaginan que un niño
guía cada línea de sus pisadas.
Y sus manos salvajes
dibujan vencejos enamorados.
(Inédito)
postalesdesdeelfilo
Entre los frondosos arbustos,
dos mendigos se entregan al Amor
ajenos al fin de este mundo.
Los sobrevuela, de vuelta a casa,
una bandada de vencejos.
(Inédito)
Haikovid
último abrazo:
en sus manos de látex,
un corazón
(Inédito)
Este vientre inútil…
Este vientre inútil nunca será un hogar,
calostros, mis senos,
consuelo, estos brazos,
nana, el latido de mi corazón.
Estas manos blancas no amasarán bizcochos,
no cortarán el pan en partes iguales,
no curarán rodillas enrojecidas
por los primeros tropezones,
no enredarán sus dedos en un cabello apenado.
Y, con todo, el vientre a veces susurra bajito
no hay nadie aquí, a nadie espero.
Y las manos tiemblan y acarician ajenas.
Las Madres Universales
sólo entienden de vientres húmedos,
sus pechos cargados, sus manos suaves y firmes,
sus brazos, que cargan noches de insomnio.
Pero no escuchan los silencios,
a aquellos vientres que se retuercen,
a las manos que aguardan los años pequeñas,
tímidas bajo la mesa,
volátiles al son de una melodía fingida,
al tiempo que mondarán con fatiga los gajos de las naranjas.
Y, con todo, el vientre susurra bajito
i’m fine, i’m fine.
Y las manos tiemblan y acarician ajenas.
Gimen entonces las nonatas, los nonatos le siguen,
rasgan su piel, patalean,
separan sus tripas con los dedos a medias,
y el vientre les responde con cautela
no seremos vuestra tumba.
Y las manos tiemblan y acarician ajenas.
(Inédito)