Bombardeo
Hemos esquivado todas las bombas
menos una.
Te prometo que vamos a salir
de aquí.
Sólo tienes que tirar
de mi anilla.
Costurera
Cruzaba el bastidor a punto
de convertirse en tijeras.
La luz del ventanal se le pegó al vestido,
transparentándolo,
mostrando un esqueleto de mimbre
que nadie debería haber visto.
Corrió a sentarse en la oscuridad.
Quiso morderse las uñas,
pero diez dedales de cloroformo
se lo impedían.
Se encogió hasta creer tener
el tamaño de una puntada
y se durmió profundamente
comenzando por las yemas de los dedos.
Retrato familiar con padre al frente
Retrato familiar compuesto por:
padre al frente sentado en trono de laurel,
hijos al fondo sosteniendo sendos racimos de uvas,
madre en la penumbra con una manzana en la boca,
telaraña sin araña en una esquina,
perro royendo hueso humano junto a chimenea apagada
y mosca paseándose por bastón señorial
empuñado por padre al frente.
Destaca la profunda gravedad de su semblante,
el trazo más firme en sus arrugas,
la fuerza y habilidad de sus ojos rasgados
para clavarse en los de quien examine
–no importa desde qué ángulo–
el retrato familiar con padre al frente.
La figura central hace que todo lo demás
(hijos, madre, perro, mosca)
no exista y sí exista, gracias a los finísimos hilos
que nacen de los dedos de padre al frente,
cuya sombra es
telaraña sin araña en una esquina.
El lenguaje de los pájaros
El lenguaje de los pájaros me resulta familiar.
Comprendo el mensaje sin descifrar muchas
de las claves que lo componen.
Lo veo flotar en el aire, y no en la rama.
Pero si me dispongo a hablarlo
–porque quiero hacerlo, porque necesito hacerlo–
no se me entiende en ningún idioma.