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Back to topActividad Cosmopoética
Biografía
Poema
Única Zürn sobre fondo de primavera
He abrazado a Única Zürn en suelo extraño.
Me pareció una mariposa muerta
de la que se desprenden las alas poco a poco.
Yo sí habría sostenido tu miedo junto
al umbral de la puerta, te habría dicho ven,
túmbate aquí, te dibujaré cruces
en las palmas de las manos para entender
mejor las diferencias entre los sexos.
Sé que la soledad se nos antoja noble si estamos solas
pero se me antoja más noble cuando no dices nada
si, al menos, me devuelves la mirada
de animal asustado por la tormenta.
A todas mis historias les habría puesto tu nombre
si te paras aquí conmigo a mirarlas
con tus ojos que saben cómo nombrar la oscuridad.
Desde una edad tardía avisaste:
el mundo puede morir en un incendio,
arderé antes de que eso suceda.
Las cenizas hablarán de la vida más allá de la vida.
La vida no es suficiente para hablar de la vida.
A todos los críticos que decían que en ti no había locura,
si no elección estética,
puede elegir la grieta no formarse
y, ¿el mudo, no hablar?
De: La teoría de los autómatas (2018)
Abrazar la palabra hogar
en cualquier hueco del mundo,
estrechar dentro de ti
a multitud de cuerpos que se aman,
rumiar cólera y paz
a un mismo tiempo.
(inédito de El cielo roto de Shanghái)
Lo que hay al otro lado de este cuerpo
Me acostumbro al vacío
—fuertes y fecundos son mis límites—
soy otra forma más hasta la no saciedad.
Abro los ojos y extiendo mi piel ante el tacto de lo vivido,
todo lo que guarda belleza en su interior.
Sé que en esta búsqueda estoy yo
y todo lo que me anticipa
y todo lo que me preceda —si es que es posible
que de estas manos y estos ojos nazca algo—.
Intuyo lo que viene después, lo intuyo pero
aparento olvidarlo en algún punto,
como quien aparta una pestaña que cae
o un insecto que pasa zumbando
a nuestro lado y cuya aproximación
se olvida en su abandono fácilmente.
Mientras, aprieto este cuerpo fuerte contra mí
—la herida. El vacío—
esta herida que es todo mi cuerpo,
que es todo mi cuerpo ante la noche;
saber que solo es posible cerrarlo
ante la desmemoria, que esa palabra
y no otra, será la llave mágica.
Cesar, no existir.
(inédito de El cielo roto de Shanghái)
AMIGA,
un día entero me arrullaste cuando te conté
lo de aquella vez primera y la amenaza,
y mi amargo pensamiento sobre el destino
de los hombres que buscaban morada en mi cuerpo.
Mi mal aquel día fue la conciencia de mi ser:
tú lo sostuviste con afán cerca del tuyo,
lo anudaste a tu muñeca y paseaste mi miedo
ceniciento junto a la ribera de los árboles.
Tranquila, dijiste; reinventaste nuevos símbolos,
viejas fábulas para que volviera a contemplar
sin vergüenza o pudor
las estrellas sobre mis hombros.
La calma llegó. La reposamos juntas
antes de que nos despidiéramos
hasta otra nueva edad
y me vieras lentamente
sumergirme en la noche.
(De: Cartas a Oklahoma, finalista Adonáis 2020)