Biografía
Ignacio Elguero (Madrid, 1964) es escritor y periodista.
Autor, entre otros libros, de los poemarios Siempre (Ed. Hiperión. 2011), Materia (Ed. Hiperión. 2007. Premio Internacional Claudio Rodríguez), El dormitorio ajeno (Ed. HiperiLeer más
Ignacio Elguero (Madrid, 1964) es escritor y periodista.
Autor, entre otros libros, de los poemarios Siempre (Ed. Hiperión. 2011), Materia (Ed. Hiperión. 2007. Premio Internacional Claudio Rodríguez), El dormitorio ajeno (Ed. Hiperión. 2003), Los años como colores (Ed. Huerga y Fierro 1998). La novela Leif Garrett en el dormitorio de mi hermana (Ed. Planeta. 2014); así como de los ensayos generacionales Cosas que ya no (Ed. Planeta. 2015), Al encerado (Ed. Planeta. 2011) y Los niños de los chiripitifláuticos (Ed. La Esfera.2004).
Trabaja en RTVE donde ejerce el cargo de Director de Educación, Diversidad Cultural e Internacional de la Corporación. Entre otras responsabilidades, ha sido Director de Radio Nacional de España, Director de Programas y Director de Radio1.
Durante más de veinte años ha compaginado sus ocupaciones y responsabilidades en la emisora pública con la dirección del programa literario La estación azul, que cuenta, entre otros reconocimientos, con el Premio Ondas 2002, Premio Nacional al fomento de la lectura 2011, el Premio del fomento a la lectura de la Federación del Gremio de Editores de España 2012 y la Antena de oro 2018. Elguero ha recibido igualmente, por su contribución al apoyo y difusión del mundo del libro, el Premio del fomento a la lectura de la Federación del Gremio de Editores de España 2022.
menos- Poemas
VOCABULARIO
Qué silencio esta noche
solo se escucha un río,
su continuo ajetreo algo lejano.
He llegado a pensar
que era lenguaje, idioma:
un conjunto cifrado que ahora entiendo,
descifro, identifico.
Hay un rumor más lejos,
no alcanzo a precisar
su misterioso origen.
Tal vez es algún eco
u otra voz proyectada que medita.
Miro entonces al cielo.
Hay una luna inmensa, parece que gritara
abierta como boca.
Ahora llega una nube
que retiene la luz por un instante.
Es una nube negra, más negra que otras nubes.
Todo entonces parece diluirse
hacia un negro total, como fundido.
Y es en este silencio, y en esta oscuridad,
donde vuelvo a escuchar al fondo el río.
EL ABETO
Mi padre, algunas tardes,
se asoma a la terraza de su casa
y señala un abeto del jardín
tan alto como el piso que habitamos.
Ese lo planté yo
tras unas fiestas,
me dice mientras mira la conífera
entre hileras de arbustos y rosales.
Son plantas de ciudad medio agotadas.
Luego se fija en mí
como ordenando el tiempo.
Yo observo aquel abeto colegial
crecido como yo,
convertido en adulto.
Me recuerda a una ermita
silenciosa, a un claustro, a un laberinto:
un lugar misterioso de códigos precisos.
Seguro que mi padre, tras esas navidades,
no creyó que prendiese aquel abeto.