Usted está aquí
Back to topActividad Cosmopoética
Entrada libre hasta completar aforo
Biografía
Poema
DÍA SENCILLO
Amanece un día precioso pero frío
para salir tan temprano.
Menos mal que ayer taparon
los geranios y el tomillo del alféizar
con plásticos y pinzas. Campa el hielo.
El matrimonio alarga el desayuno.
Tuestan pan, hierven leche.
Saborean. Reconocen sus gestos.
Untar la miel, apoyar el cuchillo
tras chuparlo con celo, en el plato.
Compases muy antiguos.
Hechizos invisibles y modestos.
Tienen planes hoy. Estar callados.
No echar de menos.
Mirar por la ventana.
Reinar antiguamente.
Al final, el amor llama a la puerta,
pero por dentro.
(De Amo de casa, 2021)
OFICIO
Mi abuelo estuvo
toda su vida
tachonando suelas.
Aprendió el oficio
de su padre; éste, de su padre;
aquél, también de su padre. Y así
desde que los humanos
nos protegemos
la planta de los pies al amarrar
un pedazo de cuero
y una cuerda.
Su taller olía a betún y cola.
Era el templo del martillo,
un lugar de reparación
donde colgaban herramientas
gastadas, botas que nadie
había recogido
y que estaban allí,
acompañando a mi abuelo,
listas para andar,
volver a casa.
No quiero idealizar
al artesano.
Semana tras semana
en su tabuco,
oliéndole los pies a los vecinos.
Cumplía una labor:
reanimar lo maltrecho,
dar jornadas,
embellecer paseos.
¿Puede ser la poesía
nostalgia de oficio?
En mi errar he buscado
la zapatería de mi abuelo.
Tras el dosel,
aligera tacones
con la escofina,
zurce una cúpula, remacha
asomando la lengua.
No existe nada más.
No podía haberlo.
Hasta que escucha
la cortina de cuentas,
su campana de aviso.
¿Cómo andas así por la calle?
¡Eres el nieto del zapatero!
Ven aquí, hijo, trae que te ate
esos cordones
y te enseñe para qué
se hicieron tus manos.
(De Amo de casa, 2021)
GEMELAS
Todos los viernes
mi madre compra flores
para su hermana.
Que mi tía y mi madre
fueran gemelas
era cosa de magia.
Me quedaba embobado
ante las imágenes.
Parecían idénticas
salvo que mi madre
llevaba gafas
y se las quitaba
cuando querían confundir
a los mayores.
Recuerdo esas historias. Más tarde,
aprendí que se gestaron juntas,
que compartieron
placenta y confusión
hasta ser alumbradas.
Mi madre, la primera:
llegó de nalgas.
Mi tía venía de cabeza.
Nacieron mirándose
a los ojos.
He acompañado a mi madre
a poner flores frescas
en la tumba de su hermana.
Mientras limpiaba
el cristal del nicho
he visto el rostro de mi madre,
a contraluz,
sin las gafas puestas.
Me ha mirado muy seria
y me ha dicho:
a mi me echáis al fuego,
que ya me dio patadas
en el vientre de la abuela.
(De Amo de casa, 2021)
EL APILADOR APILADO
Llegamos a la sombra
del castaño.
Finales de septiembre,
sol maduro.
Los helechos azules decoraban
cultivos que acababan en graneros.
Por todo el campo salpicaduras
de amapolas, hinojo
dulce,
kilómetros de alambre
para empacar heno.
Una cuadrilla apilaba corcho
bajo los estorninos;
otra giraba ruedas de alfalfa
por laderas leves;
como escarabajos amarillos
dos tractores
empujaban estiércol.
En tus rodillas dejé
un ramillete
atado con un tallo.
Una silvestre, efímera, invisible
muestra de amor.
Mi piel acariciabas
con frutos del castaño.
La mirada perdida
en un fardo de nubes.
Somos dos radicales
del cobijo y el acopio, pero
no sé qué amontonar.
¿Qué sería útil?
Lo que me pidieras.
Tengo ganas de hacer una pila
para nuestro futuro.
Almacenar. Inventariar. Sedimentar.
Y a la vez no me creo.
Si agotarnos pudiese
aquí y ahora,
tragarnos como traga
trigales el horizonte,
lo haría. Te juro que lo haría.
Después no importa.
Tengo ganas.
Puede que sea lo mío.
Juntar mi voz, llenar el silo
hasta que llegue la carestía,
una hambruna,
normalmente de ánimo
o confusión de amor,
y las palabras vuelen
hacia el techo.
(De Amo de casa, 2021)