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Back to topActividad Cosmopoética
Entrada libre hasta completar aforo
Biografía
Poema
El indulto
En las manos de Minola
las ranas se adormecen.
Palpitan sus corazones
-pecho abierto de par en par-
bajo los ojos curiosos del ángel.
Minola espera, paciente,
la sincronización de los ventrículos:
-sístole de rana en mi corazón,
diástole de rana en mi corazón-
antes de cubrir el espectáculo.
Sobre la hierba húmeda
olor a charca,
aguja en mano:
con cada puntada, una oración;
con cada puntada, un hechizo;
con cada puntada, el indulto.
Leandra
De los labios agrietados de mi abuela
nacieron los refranes de mi infancia.
De sus manos fuertes, trabajadas,
Esta manía mía, independiente.
De su corazón tosco,
más seca que la hostia, dicen,
el espíritu curioso de las cerraduras.
De los surcos de la frente,
mi pincel sobre el lienzo blanco.
Y de su amor,
Leandra, porta-me’n clader que prepari el café,
mi abuelo.
De los labios agrietados de mi abuela
nacieron mis primeros secretos.
Los lápices salvajes
Los lápices salvajes
crecen bajo la sombra del cerezo.
Duermen durante años
sobre una almohada de palabras.
En sus sueños de tierra
dibujan lagartijas voladoras.
Los lápices salvajes
crecen en los bosques de las afueras.
Imaginan que un niño
guía cada línea de sus pisadas.
Y sus manos salvajes
Los mendigos
Entre los frondosos arbustos,
dos mendigos se entregan al Amor
ajenos al fin de este mundo.
Los sobrevuela, de vuelta a casa,
una bandada de vencejos.